En una esquina de la calle principal de Antofagasta de la Sierra, el comedor Suyay abre sus puertas al público. Con no más de 20 sillas, este rincón del sabor ofrece no solo lo mejor de la gastronomía local, sino que también se alza como un lugar de resistencia ante la minería del litio, que ha arrasado con todo tipo de economía local, cultura e identidad de la zona.
Día a día Patricia Reynoso y Elizabeth Mamani prenden la cocina y el horno de su comedor “Suyay” (que en quechua significa esperanza), y junto a otras mujeres van y vienen entre las mesas llevando platos como milanesas de llamas o estofados de cordero.
El objetivo de ambas es claro: servir platos con identidad local, que expresen la cultura de sus ancestras, gracias a los alimentos que la zona les provee. Para ellas, lo importante es mostrar “todo lo que es nuestro, valorizando la carne de llama, de cordero, la papa andina, las habas, todos los alimentos con los que nuestros abuelos se criaron comiendo. Hacer conocer a los turistas que nosotros vivimos de eso, y que también vivieron nuestros ancestros”, afirma Elizabeth de la Comunidad Atacameña del Altiplano del Salar del Hombre Muerto.
Suyay se ubica en la esquina de una de las calles principales de Antofagasta de la Sierra, en la Provincia de Catamarca, Argentina. Según el último Censo Nacional informado, en este Departamento habitan 1.601 habitantes, y es considerado un lugar clave para llegar hasta el Salar del Hombre Muerto.
A más de 4.000 metros sobre el nivel del mar, el Salar del Hombre Muerto es un ecosistema clave para la vida de sus comunidades aledañas, como Antofagasta de la Sierra. Además, de ser el hábitat de la biodiversidad y ser un eslabón importante del frágil equilibrio de la Puna Atacameña, la vida en torno al salar representa cultura e identidad ancestral.
Sin embargo, el salar está en constante amenaza por la extracción minera de litio. Desde hace más de veinte años la empresa FMC, ahora Livent, instalada en el Salar del Hombre Muerto, ha utilizado como fuente principal el agua del río Trapiche, produciendo que la vega del río se secara. Hoy, las empresas presentes en la zona continúan con prácticas de contaminación y, sin mirar los errores del pasado, buscan intervenir el Río Los Patos.
Incluso, recientemente un camión de Livent derramó más de 20 mil litros de ácido en el salar, desastre ambiental que continúa en investigación por parte de las autoridades, quienes aún no han logrado confirmar el impacto que ha tenido en la zona. Mientras que organizaciones como Pucará, Asamblea de Pueblos Catamarqueños en Resistencia y Autodeterminación denuncia el mal manejo y contaminación que la empresa genera en el territorio.
Fotografía facilitadas por Pucará, Asamblea de Pueblos Catamarqueños en Resistencia y Autodeterminación
Afectación a las comunidades, peligro a sus animales y cambios en la economía local son algunos de los impactos que las y los habitantes de Antofagasta de la Sierra han venido evidenciando en los territorios desde 1997, con la instalación de las mineras de litio. Esto, ya que el desecamiento de los ríos por las faenas mineras vuelve imposible que las comunidades continúen con sus actividades económicas, las que son principalmente ganadería, agricultura y turismo.
“El impacto más visible y trascendental que ha tenido la minería del litio en nuestro territorio es el de Livent, empresa estadounidense que desde la década del 90 ha estado trabajando en el Salar del Hombre Muerto. Fue la primera, y ha generado muchos impactos como la sequía del Río Trapiche, el despojo de la familia Condorí, la matanza de los animales que tenían y la pobreza en la que hoy vive esa familia, las muertes repentinas que están viviendo. Por otro lado, las mineras ponen en riesgo a nuestro pueblo con la absorción de la gente, en todos los ámbitos (niños, jóvenes y adultos y abuelos) están prácticamente todos sometidos al dicho de la minera de que «no hay progreso sin ellos»”, explica Elizabeth.
Suyay es esperanza
Pero también en el salar se respira resistencia y Suyai es esperanza. Aunque gran parte de Antofagasta de la Sierra se ha volcado hacia una economía centrada en la minería, comedores como los que lideran Patricia y Elizabeth se destacan por la información del salar que entregan a los turistas.
En un inicio, el comedor abría solo de jueves a domingo, pero con el paso de los meses se vieron en la necesidad y oportunidad de abrir todos los días. “En poco tiempo nos dimos cuenta que es muy importante el turismo en la zona y que entregar información respecto a circuitos, dar apoyo cuando se sienten enfermos o apunados”, afirma Elizabeth quien también insta a que las autoridades potencien más este tipo de economías locales, como el turismo.
Fotografía de Verónica Gostissa.
En febrero de 2023 Suyay cumplió un año de funcionamiento y para Elizabeth, este es un ejemplo de que “Se puede crecer sin minería, que se puede emprender con turismo, crecer con todo lo que nuestros abuelos nos dejaron por años, que a ellos les costó mucho más de lo que nos está costando. Se puede progresar sin mineras, sin daño ambiental, sin sequías, sin destrucción de la paz que teníamos en nuestros territorios”.
“Para nosotras, Suyay es crecimiento personal, es amor por la tierra, por mis ancestros, por mis abuelos que nos dejaron todo. Suyai es una luz de esperanza, esperanza de ver algún día a un pueblo tranquilo, donde se viva sanamente, con conciencia y amor hacia su tierra”, finaliza.
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Esta entrevista fue realizada a Elizabeth Mamani, de la Comunidad Atacameña del Altiplano del Salar del Hombre Muerto e integrante del Observatorio Plurinacional de Salares Andinos (OPSAL).