La vega del Río Trapiche en el Salar del Hombre Muerto- Argentina- está prácticamente seca, producto de la extracción de litio que la empresa minera Livent ha realizado por más de 30 años. Pero secar un río no ha sido motivo para que las mineras detengan la extracción. Muy por el contrario, la empresa con su proyecto «Fenix» está triplicando el volumen, mientras que se quieren instalar otros seis proyectos en el salar, con el aval del Gobierno de Catamarca.
Esto es lo que pudo constatar Verónica Gostissa integrante de Pucara Pueblos Catamarqueños en Resistencia y Autodeterminación, y coordinadora de OPSAL en Argentina, luego de las múltiples reuniones y actividades con comunidades de Antofagasta de la Sierra realizadas a inicios de febrero.
«Las comunidades indígenas del lugar están cuidando el agua y el territorio del avance del extractivismo. Una de las consecuencias de la minería del litio es el desecamiento de la vega, ríos y de todo el salar. Como esta fuente de agua está agotada y se están instalando más de seis proyectos es que ahora quieren sacar agua de del Río Los Patos, que es el río con más agua de todo el salar. Todo eso sin ningún tipo de evaluación que pueda comprender cuál va a ser el daño», explica la abogada.
Afectación a las comunidades, peligro a sus animales y cambios en la economía local son algunos de los impactos que las y los habitantes de Antofagasta de la Sierra han venido evidenciando en los territorios desde 1997, con la instalación de las mineras de litio. Esto, ya que el desecamiento de los ríos por las faenas mineras vuelve imposible que las comunidades continúen con sus actividades económicas, las que son principalmente ganadería, agricultura y turismo.
Para Elizabeth Mamani, integrante de la Comunidad Atacameña del Altiplano del Salar del Hombre Muerto e integrante de OPSAL, la extracción de litio en el salar significa destrucción. «Hay un desastre ambiental que el Estado no reconoce e incentiva que vengan empresas extranjeras a extraer el litio a cambio de unos cuantos puestos de trabajo, con un progreso mínimo para las comunidades y con una gran afectación. El pueblo donde vivo en Antofagasta de la Sierra pasó de ser un pueblo muy tranquilo a uno con mucho movimiento» afirma.
Argentina actualmente se posiciona como el cuarto país del mundo con mayor extracción del litio: en 2021 tuvo una producción de 5.967 toneladas del mal llamado «oro blanco».
«Nos hablan de minería «verde o limpia» pero a sacrificio de qué: de muchas comunidades, a costa del ambiente sano que teníamos, a cambio de zonas sacrificadas, pueblos desaparecidos y personas enfermas que terminan muriendo pobres», agrega Elizabeth.
En tanto, Luciana Fernández, defensora ambiental de la organización Antofagasta por el Agua y Los Salares, y también integrante de Pucará y OPSAL, afirma que «la principal defensa es por el agua y los territorios. La gran problemática que se enfrenta en el territorio de Antofagasta es el avance de las empresas mineras de litio. La megaminería está provocando estragos en la región con un avance sobre los salares que es terrible, ya que provoca alto impacto ambiental y social».
Minería para el norte global
A nivel mundial, el 74% del litio se utiliza para producir baterías, las que son utilizadas principalmente para la tecnología y la fabricación de autos eléctricos, que son consumidos principalmente en Asia y el norte global.
«Cuando nos hablan de la minería del litio hay una imagen que quieren darnos de que es sustentable o sostenible y eso no es así. Los territorios venimos padeciendo las consecuencias de la expansión del litio, de los autos eléctricos y de que esto es el norte, el futuro y progreso cuando no es así. La minería del litio utiliza millones de litros de agua dulce por año, y también de agua salada, que es la salmuera y destroza los territorios».
Mientras los territorios sufren las consecuencias, la agenda del norte global no cuestiona un modelo de consumo devastador y continúa impulsando la electromovilidad como una de las soluciones claves para disminuir las emisiones de gases contaminantes y así enfrentar el cambio climático.
Sin embargo, los territorios continúan en resistencia. Tal como señala Verónica Gostissa: Desde la Asamblea vamos a continuar acompañando a las comunidades y decimos que el Río Los Patos ¡No se toca!